Basado en hechos reales: El timo de Tinder

Mi amigos pierden la boca diciéndome que soy demasiado exigente. Yo digo que el tiempo solo lo pierdo para dormir. O quizás a veces lo pierdo demasiado. O demasiado poco. El caso es que a veces tengo enamoramientos fugaces que solo me pasan con personas que sé que veré: JAMÁS. Efectivamente, jamás las conoceré, jamás las veré o jamás estaré con ellas, por eso les denomino: futuros padres de mis hijos. Es genial cuando nada te cuadra, que aparezca un "futuro padre de mis hijos". Pero mis amigos ya están soberanamente aburridos de esto. Mucho...

Y el final para ellos podía estar cerca, muy cerca, los "futuros padres de mis hijos" que nunca conocería podrían acabarse para conocer a alguien de verdad. Pero mira, no gracias. Es que no me puede dar más pereza. Pero sí, el final casi pudo estar cerca. Y esto fue lo que pasó:

Sábado cuarenta grados en Madrid y seis chicas en un sofá. No sabíamos muy bien qué hacíamos allí, conocíamos a unas y a otras no, pero nos reíamos. Una sacó su móvil y abrió una aplicación con una llamita roja: Tinder. Apaga y vámonos. El sueño de mis amigos hecho realidad, ellos soñaban conque yo le diera a descargar. A veces me hacían encerronas: "bájate esta app que es genial para recortar fotos". Y ahí estaba la llama roja y sus risas por detrás como si pensaran que no iba  a darme cuenta. Pero ese día la chica que sacó su móvil empezó a comentar los diferentes perfiles pero yo tenía la cabeza en otro sitio porque estaba sonando Estopa. De repente un "pues este ha estado en la India" me hizo volver a la conversación. Mostró el perfil a todas, de lejos y rápido. Yo no veo tres en un burro pero yo que sé: futuro padre de mis hijos. Todos mis datos eran que trabajaba en PWC, tenía entre 30 y 31 años y seguía la página de facebook Madrid Secreto. Y obvio, que estaba Tinder. No me fijé en el nombre, no pregunté nada y ni siquiera, luego estaba segura de que me pareciera guapo. Pero ya me hacía gracia encontrarle. Sí, como esas batidas que hacen mis amigas, que ríete tú del C.S.I. Llegué a casa y busqué con esos datos y claro, encontré lo que me esperaba: nada. Si quería buscarle para nunca hablarle y nunca verle, solo podía hacer una cosa: bajarme Tinder.

La llamita roja me llamaba y yo me hacía la sorda. Pero mira, si quería jugar al Inspector Gadget tenía que descargarla. Y ahí estaba yo dándole a descargar. En mi cabeza solo pensaba: corre a configuración, corre a configuración ¿Por qué? Porque había una opción para que nadie pudiera verte, salvo que a ti te gustase. Perfecto, si nadie podía verme, no me iba a importar tanto tener esa llama roja del demonio entre mis aplicaciones. Y llegó el momento, tenía que empezar a buscar. Y llegué a esta conclusión: